El Ojo Agavero

31/7/09

El Viejo San Agustín de las Cuevas- hoy Tlalpan.


Mientras visitaba la semana pasada la feria de Oaxaca, en la explanada delegacional de Tlalpan, había que aprovechar la oportunidad para darse una vuelta por ese pueblo, comido por la ciudad hace tanto tiempo pero que sigue teniendo ese sabor y sentimiento de los pueblos que ahora son otros barrios de la metrópoli.

Llamado también en otros tiempos San Agustin de las Cuevas, el pueblo de Tlalpan ha sido testigo de la historia del Valle del Anáhuac (hoy Valle de México) desde tiempos inmemoriales, y en cada esquina, calle, callejón y cuevas se respira su historia

Partiendo desde Insurgentes y la estación del metrobus Fuentes Brotantes (ahhhh, otro lugar que he de reseñar aqui pronto), caminé unas cuadras y me topé con la calle Guadalupe Victoria, un lugar donde el tiempo transcurre despacio.


Esta vialidad (aunque ese nombre me parecería inadecuado; me remite a avenidas llenas de tráfico vehicular, embotellamientos y claxonazos) parece ser el perfecto ejemplo de lo que un pueblo colonial era en otros tiempos.

Dan ganas de pasear por estas calles de la mano de la persona amada.



Continué mi marcha hasta la calle Benito Juárez, donde viré a la izquierda para enfilarme por la calle Moneda hasta la Plaza de la Constitución, ubicación de la explanada delegacional, donde se llevaba a cabo la muestra oaxaqueña. Ahí sí se me olvida ya que sigo en la ciudad.


 





El edificio delegacional fue construído en 1871 y bajo sus arcos pude ver el mural que decora su fachada y que cuenta de forma cronólogica la historia de la zona, desde la época prehispánica en que los primeros habitantes del Valle de México se establecieron aqui y fundaron Cuicuilco, primera civilización del centro del país.



Parte de la primera sección del mural. La singularidad de los ritos funerarios de los habitantes de Cuicuilco es parte esencial en el estudio antropológico de la entidad para conocer y comprender más de estos antiguos mexicanos.



Segunda sección del mural, que representa una vista típica de Tlalpan en el siglo XVII, por la época en que Tlalpan se convirtió en entidad independiente luego de habérselo disputado Coyoacán y Xochimilco y cambió su nombre a San Agustín de las Cuevas, nombre debido a que tal evento tuvo lugar en la fiesta de ese santo y a las cuevas que abundan en la zona, formadas por la roca volcánica vomitada por el Xitle.


Siendo San Agustín de las Cuevas lugar de descanso y recreo de los virreyes novohispanos, una de sus visitantes más insignes era Sor Juana Inés de la Cruz, que acompañaba a la Marquesa de Mancera.



Imágenes que representan parte de las ferias y los jaripeos que caracterizaron a Tlalpan en el siglo XIX.



Puerta delegacional; en su costado izquierdo podemos ver los nombres prehispánicos de las locaciones de la zona, acompañados de sus símbolos. En el costado derecho vemos los nombres españoles que se les dió más tarde a las localidades junto con el símbolo náhuatl del nombre original.


A un costado de la explanada delegacional se encuentra la Parroquia de San Agustín de las Cuevas, construída entre 1637 y 1647 por los frailes dominicos.



Estando en la zona, no podía dejar de visitar, aunque fuera de rapido, la Antigua Hacienda de Tlalpan, hoy un restaurante que entre sus anécdotas cuenta haber sido lugar de la recepción de la boda entre María Félix y Jorge Negrete.







A espaldas de este lugar se halla otro sitio semi- mítico; la Casa Chata.

Se cuenta que este lugar fue casa de algún personaje del Santo Oficio, sobre cuya identidad los enterados aún no terminan de ponerse de acuerdo. No sólo eso; del lugar también se dice que fue casa de nada menos que San Felipe de Jesús, primer santo mexicano y que aqui fue donde Sor Juana Inés de la Cruz escribió sus "Redondillas".

Hasta 1960 esta casa albergó el Museo de la Charrería y hoy día contiene una parte del CIESAS, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

Sólo soy humano y mi energía no es la misma de hace 10 años, por eso mismo ya mis pies pedían un descanso cuando aún faltaban muchos lugares por ver en este barrio. Sitios como la Casa de Santa Anna, la Casa- prisión de Morelos (donde se puede ver una placa que reza "Esta fue tu prisión, ¡oh! gran soldado, por el crimen de habernos liberado"), la Casa del Conde de Regla, la Casa Frissac, la Antigua casa de Moneda y otros muchos sitios que merecen atención digna, eso sin mencionar los otros muchos puntos de la delegación que ameritan nuestra atención, entre ellos los pueblos que están fuera de la ciudad en sí, pero dentro de la demarcación delegacional y del distrito federal.

No cabe duda, esta ciudad no deja de sorprenderme y de demostrarnos día con día cómo tiene mil caras, muchas de las cuales tienen una belleza que la convierte en destino de cinco estrellas y a nosotros, en turistas de nuestra propia ciudad. ¡Saluditos!.

25/7/09

Oaxaca en Tlalpan















En la semana del 17 al 27 de julio de 2009 la explanada de la delegación Tlalpan recibió una muestra de las artes, productos y costumbres de Oaxaca.


Ahi, por supuesto, tenía que estar yo.


No puedo contar los años que pasaron desde la última (y probablemente única) ocasión que pisé la Plaza de la Constitución (sí, igual que el Zócalo) mejor conocida como centro de Tlalpan, pero ahora que tenía a mano el pretexto perfecto no perdí más tiempo y aqui les entrego un breve recuento de lo que encontré.


Primero que nada hay que aclarar que esta muestra fue organizada por Grupo Cultural Oaxaca y se dió con motivo de la celebración anual de la Guelaguetza, o "Lunes del Cerro", nombre éste que se le da debido a que el corazón de la festividad se lleva a cabo en el Cerro del Fortín, que domina el centro de la ciudad de Oaxaca de Juárez. El nombre Guelaguetza, por su parte, es de origen zapoteco y designa la acción de ofrendar, compartir o regalar. Este encuentro de las etnias de Oaxaca se lleva a cabo los dos lunes más cercanos a la festividad de la Virgen María en su advocación de Virgen del Carmen, cuya festividad es el 16 de julio.



Siendo Oaxaca un estado tan rico en cultura y tradición, los colores nos rodean, los sabores nos esperan y los aromas de café, chocolate, mole, mezcal, tlayudas, queso y demás delicias nos embriagan.



Ohhh, mezcales, producto del mágico y sagrado agave, aunque me pregunto, ¿mezcal de pechuga?


No estaban ausentes las famosas nieves artesanales.


Y yo también me di gusto con una de esas delicias, sabor a leche quemada.


Las artesanías presentes contaban con
los inexcusables alebrijes...


...y los textiles, hermosa armonía de diseños y colores.
Parecen estar teñidos con la sangre caliente de los mexicanos.




Los huipiles. Su belleza no me deja
hacer ninguna descripción.


¿Cuál les parece más bello?, el de arriba es de la región de la costa, el de abajo es de la Chinantla, de Usila.


Doña Matilde, dueña del puesto, nos explica un poco:

También encontramos figuras variadas en el puesto de barro negro, un producto que desde mi infancia he asociado fuertemente con Oaxaca, aún más que los mismos tamales oaxaqueños.


Parte del plato fuerte eran las muestras del folklore; los bailables mixes de la sierra y otros de los valles centrales y de la costa, a cargo del grupo de danza "Matices de Nuestra Tierra". Este es el Jarabe Mixe, de Tamazuluapan del Espíritu Santo, región de la sierra.



Cerré mi visita a esta muestra con bailables de los valles centrales; el "Son del Toro":


El "Jarabe chenteño" de Jutla de Crespo.


Pero como dije antes, los bailables folklóricos eran sólo parte del plato fuerte, pues la verdadera "pièce de resistance" habría sido presenciar la "Danza de las 8 regiones" , la auténtica Guelaguetza, joya invaluable del pueblo oaxaqueño y de México (y del mundo), pero, siguiendo la tradición, ésta se llevó a cabo el lunes 20 y de nuevo el lunes 27 cerraría con honor la muestra y se despediría de Tlalpan. Yo estuve ahi un sábado, 25 de julio, y no me sería posible asistir ningún lunes porque ¡¡hay que trabajar mexicanos!!. De modo que ya para qué enojarme. Mejor, mientras me alejo de ese bonito lugar y evento, en mi cabeza da vueltas una canción muy mexicana que resonaba en mi cabeza casi desde que llegué y vi el puesto de bebidas espirituosas derivadas del sagrado agave: "que sirvan las otras copitas de mezcal/ que de nada nos sirve ponernos a llorar..."
¡VIVA OAXACA!

22/7/09

Imágenes de México

El monumental órgano de la Catedral Metropolitana. Tal belleza no necesita más comentarios.

17/7/09

Las muñecas (y la isla) de Don Julián.

"Voy a ordeñar las vacas, ahorita regreso", fueron las últimas palabras de Don Julián Santana Barrera. Su cuerpo apareció tendido a orillas del canal a pocos pasos de donde aún se erige su casa en Xochimilco; una chocita sencilla que pasaría desapercibida si no fuera porque por todos lados, en sus paredes, en los árboles circundantes, en su techo, está repleta de muñecas.



Asi era, asi es la casa de Don Julián, la ahora famosa Casa (o Isla) de las Muñecas.
Ahora el hombre descansa en el Panteón municipal de Xochimilco Xilotepec. Su muerte significó revuelo por tratarse de uno de los personajes más notables de la zona; hombre sonriente, dado al pulque y de sonrisa franca y desdentada, que cuando no estaba recogiendo muñecas para decorar su choza y asi "espantar al espanto", decía él, buscaba en la orilla del canal a una sirena que lo llamaba y que él afirmaba algún día habría de llevárselo.

Don Julián, ¿qué verdades sabía usted que a nosotros el resto de las personas nos están negadas?, ¿su súbita muerte, aunque no del todo inesperada, tuvo que ver con su salud, con su avanzada edad, o acaso en verdad su espíritu fue llevado por esa sirena con la cual usted tenía idílicos amores desde hacía más de 52 años?, esa sirena que comenzó a atraer su atención desde la muerte de esa jovencita ahogada en el canal hace medio siglo, suceso desde el cual usted escuchaba lamentos de mujer, pasos y voces, que lo llevaron a custodiar su casa con muñecas abandonadas, descarapeladas, sin ropa o sin ojos o cabello, que debían alejar a quien le producía temor y hoy siguen ahi, custodias silenciosas de su pobre pero amada heredad, y que muchos afirman haber visto dar muestras de vida en más de una ocasión.

Su corazón, Don Julián, lo traicionó y usted dejó la vida en el mismo punto donde la chica se ahogó y donde usted veía a esa sirena invisible a ojos ajenos. Hoy su casa, Don Julián, es un sitio ecoturístico, un lugar frecuentemente visitado por los curiosos, los morbosos y aquellos que quieren ver un sitio lleno de energía. Pero en el silencio de la zona, cuando no hay voces humanas vivientes ni el rumor del agua removida por una trajinera, quisiera yo escuchar los sonidos que usted tan bien conoció y temió, que lo llevaron a adoptar esas costumbres que lo hicieron famoso. Cerrar mis ojos y ver aún en la penumbra de mis párpados cerrados las caras de las muñecas, sus sonrisas, sus miradas que a diario lo saludaban; las muñecas traídas para "espantar al espanto".

13/7/09

Al Tepozteco vamos.

Buscando encontré por fin tras años de traspapeleo mis fotos de la primera vez que subí al Tepozteco.

Fue en la última semana de septiembre de 2001. No era la primera vez que visitaba el Pueblo Mágico, pero en las ocasiones anteriores el ascenso no había sido posible, por una u otra razón.

Desde la entrada al lugar, que es en parte parque nacional y en parte sitio arqueológico, una hilera de puestos- yo en ese momento no me fijé de qué- flanquea a los caminantes que van poco a poco subiendo por una vereda llena de pequeños letreros que están volteados para que los vean no quienes suben, sino quienes bajan (después descubriría por qué). Poco antes un letrero de bienvenida da indicaciones y recomendaciones a los visitantes, entre ellas el tomar descansos periódicos para evitar sofocamientos (jaja, saben que la mayoría de los visitantes serán chilangos con pésima condición física)

Pero éstas son las maravillas naturales que lo esperan a uno por el camino.

El ascenso permite apreciar a uno la belleza del lugar, la pureza de su aire, la verdadera magia de un Pueblo Mágico, y el poco ejercicio que uno hace en su vida diaria, que invita a tomar los descansos recomendados con inusitada frecuencia.

Aqui me tienen, con aire muy serio que esconde los jadeos que traía tratando de recuperar mi aliento.

Pero esta hermosura no permite tardanzas, además ya se hacía tarde; si mal no recuerdo ya eran cerca de las 5 de la tarde, y en esas épocas anochece más temprano. Me habría perdido de ésto:

El Pueblo mágico en plena vista desde la cima. Donde además nos esperaba el Templo de Tepoztécatl

La placa explicativa está en español, inglés y náhuatl.

Se respira antigüedad, magia y algo innombrable en ese lugar.

El descenso por las mismas piedras acomodadas a forma de escalones parece ser más sencillo al principio pero a medio camino, mientras vuelvo a admirar las hermosuras del ascenso, un extraño temblor de rodillas comienza a acometerme, sin duda causado por el esfuerzo de la subida y el golpeteo de los pies en las piedras de la bajada.

Es aqui donde, al llegar de nuevo cerca de la entrada, puedo ver lo que los letreros que están volteados hacia los que descienden del antiguo cerro y su pirámide dicen: "Micheladas ¡¡para el temblor de rodillas!!"




10/7/09

Los tacos de Mohandas Karamchand Gandhi. (o lo que es lo mismo, Los tacos que no tienen nombre, y tampoco tienen madr...)


Entre las opciones citadinas para irse a taquear vale la pena no sólo reseñar el taco barato pero sabroso- aquel que te saca del apuro de a 15 por 15 varos, de afuera del metro o del mercado - que a pesar del riesgo para la salud que supone no deja de ser uno de los más grandes placeres del mexicano. También está el taco que no podemos llamar económico, de los que con cuatro ya te gastaste casi- o más de- cuarenta pesos, pero ¡¡ah qué buenos son!!.

En plena capital del país del taco los nombres se agolpan en nuestra mente cuando el antojo divino- divino antojo nos llama a taquear; los chupacabras sagrados, el borreguito viudito, los de Don Güero del cual conozco dos sucursales (sí, los puestos también tienen sucursales) una en Polanco (Euler esquina con Mariano Escobedo) y en una esquina de Río Lerma, igual que las cadenas de tizones y farolines y ovnis sabrosones. Hay incluso guías hechas por revistas y ahora hasta el 25 de julio habrá una gira especial del turibús (de la cual me enteré demasiado tarde para participar, lástima) por las mejores taquerías de la ciudad con el fin de crear una guía de bolsillo para los tacófilos. Por todo ésto, no deja de sorprender el clásico puestito chiquito, hechizo, que sin mayor ceremonia ni alardes está ahi, en alguna esquina o calle sin llamar mucho la atención, pero una vez que lo descubres, le juras lealtad eterna (bueno, digamos que te haces fan nada más).


Asi nada menos tenemos un puesto en la calle Mahatma Gandhi, justo a un costado del Museo de Antropología y casi en la esquina con Schiller; un lugarcito muy discreto que ofrece tacos de bistec, suadero, pechuga, chuleta, carne enchilada y longaniza con los acompañamientos que vemos en este video.


Debo decir que desde hace ya más de 10 años que oí hablar de este puesto (y de su puesto hermano, que sirve tacos de cabeza y que está enfrente) tenía muy buenas referencias de ellos, y cuando por fin lo descubrí hace cinco años en compañía de mi cuatacha Celina "Nemo", pues hice de sus tacos parte de mis obligados. Sus horarios son más bien matutinos y diurnos pues abren a eso de las 11 a.m. y cierran a eso de las cinco de la tarde. Un punto muy importante; los tacos caen en la categoría que discutía al principio de esta entrada, la de los "no económicos", de a $10 m.n. el taco, pero hay que decir que los sirven muy bien, con tortilla grande y doble y aunque algunos se quejarían de que uno no se los come ni siquiera en la banqueta sino parado literalmente en la calle y los coches pasan casi sobándole a uno el trasero (justo atras del puesto los clientes se pueden sentar en el quicio limítrofe del parque) o de que son medio grasosos (¡¡ un taco nuuunca es muy grasoso mexicanos!!!) gente que me ha acompañado a taquear en ese lugar ha quedado igualmente prendada de su sabor.


Asi que con gusto a taco, les dejo este norte para que quienes no sabían aún de este puesto se den una vuelta y un agasajo muy chilango. A falta de nombre, "Los tacos de Antropología" "Los de Gandhi", "los del toldo azul" o, como los llama mi amada Beatriz con voz jipiosa, "los takeeetos", ¡provecho!.



3/7/09

El Palacio postal.


Dejando de lado el comadreo político, regreso a la verdadera intención de este blog. Ahora fuimos al Palacio postal de México.
Hace poco tiempo escuché el término pan- coupé de boca de un experto en arquitectura. Creo que fue mi cara de interrogación lo que lo llevo a explicarme que ese término es usado para edificios que tienen una o todas sus esquinas "chatas", o sea cortadas de forma que no rematen en una arista sino en una especie de mini- fachada. Ejemplos de estos edificios son nada menos que el Museo de Medicina ex- Colegio de Medicina ex- palacio de la Inquisición que se encuentra en la Plaza de Santo Domingo en el Centro Histórico, o la llamada "Casa Chata" en Tlalpan, así como el Palacio Postal- Quinta casa de Correos, a un costado del Palacio de Bellas Artes, y a este precisamente le dedicamos esta entrada.

Este edificio, levantado a comienzos del siglo XX en plena época del porfiriato, tenía como intención ulterior representar el progreso que el dictador trataba de que México alcanzara.

El solar en otro tiempo perteneció al Hospital de terceros de San Francisco, demolido en 1900 para dar paso en 1902 a la construccción de lo que sería y es aún La Quinta Casa de Correo, nombre debido a que es el quinto inmueble en esta ciudad que tiene dicha función. Su diseño fue encargado nada menos que a Adamo Boari, italiano que también tuvo que ver en la construcción del Palacio de Bellas Artes (y donde existe una sala que lleva su nombre, por cierto), en tanto que su construcción fue comisionada a Gonzalo Garita. La construcción se llevó a cabo entre 1902 y 1907, y fue el 17 de febrero de ese año cuando fue inaugurado por Porfirio Díaz.

De su mitificado interior prefiero dar paso a las imágenes, pues su belleza me gana.

Sin embargo, sí puedo contar que esa escalera magnífica cuenta con mármol mexicano y hierro forjado en los barandales, trabajado en la Fondería Pignone de Florencia, que también realizó varios trabajos de herrería en diversas decoraciones del lugar. El domo de cristal del techo también fue diseñado por Boari.

No olviden en una de tantas vueltas que damos al Centro histórico pasar y dar un vistazo a este hermoso lugar, que por cierto fue declarado monumento artístico en 1987.