El Ojo Agavero

13/7/09

Al Tepozteco vamos.

Buscando encontré por fin tras años de traspapeleo mis fotos de la primera vez que subí al Tepozteco.

Fue en la última semana de septiembre de 2001. No era la primera vez que visitaba el Pueblo Mágico, pero en las ocasiones anteriores el ascenso no había sido posible, por una u otra razón.

Desde la entrada al lugar, que es en parte parque nacional y en parte sitio arqueológico, una hilera de puestos- yo en ese momento no me fijé de qué- flanquea a los caminantes que van poco a poco subiendo por una vereda llena de pequeños letreros que están volteados para que los vean no quienes suben, sino quienes bajan (después descubriría por qué). Poco antes un letrero de bienvenida da indicaciones y recomendaciones a los visitantes, entre ellas el tomar descansos periódicos para evitar sofocamientos (jaja, saben que la mayoría de los visitantes serán chilangos con pésima condición física)

Pero éstas son las maravillas naturales que lo esperan a uno por el camino.

El ascenso permite apreciar a uno la belleza del lugar, la pureza de su aire, la verdadera magia de un Pueblo Mágico, y el poco ejercicio que uno hace en su vida diaria, que invita a tomar los descansos recomendados con inusitada frecuencia.

Aqui me tienen, con aire muy serio que esconde los jadeos que traía tratando de recuperar mi aliento.

Pero esta hermosura no permite tardanzas, además ya se hacía tarde; si mal no recuerdo ya eran cerca de las 5 de la tarde, y en esas épocas anochece más temprano. Me habría perdido de ésto:

El Pueblo mágico en plena vista desde la cima. Donde además nos esperaba el Templo de Tepoztécatl

La placa explicativa está en español, inglés y náhuatl.

Se respira antigüedad, magia y algo innombrable en ese lugar.

El descenso por las mismas piedras acomodadas a forma de escalones parece ser más sencillo al principio pero a medio camino, mientras vuelvo a admirar las hermosuras del ascenso, un extraño temblor de rodillas comienza a acometerme, sin duda causado por el esfuerzo de la subida y el golpeteo de los pies en las piedras de la bajada.

Es aqui donde, al llegar de nuevo cerca de la entrada, puedo ver lo que los letreros que están volteados hacia los que descienden del antiguo cerro y su pirámide dicen: "Micheladas ¡¡para el temblor de rodillas!!"




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