El Ojo Agavero

30/9/09

LAS HIJAS DE MÉXICO tercera entrega: Mujer huichol en su puesto de artesanía ídem.

Aburrida, esperando clientes en su puesto de artesanía huichol frente al Museo Nacional de Antropología, esta mujer de dicha etnia ve pasar a la gente. Heterogéneos tanto en color de piel y cabello como en ideas y procedencias, sus potenciales clientes pasan de largo sin prestar mayor atención; será que, entre tantos puestos de tortas, hot dogs, dulces y cámaras desechables, uno pasa por alto un puesto que contiene belleza- artesanal y humana- nacida al norte del país. Entre los coloridos diseños de las máscaras y las nierikas, la mujer piensa tal vez en la suerte que ese día podría depararle; buenas ventas sin duda. Yo pienso en lo que el destino debería depararle; respeto y admiración por parte de un país que siempre las ha visto apenas como poco más que parte del folklore nacional, y eso cuando están ataviadas con sus trajes típicos, porque cuando no es así se las ve apenas como las sirvientas que limpian nuestra casa o la de alguien conocido o las mujeres que se nos acercan a pedirnos una limosna hablando en español o en alguna lengua indígena sin temor a que no comprendamos, porque los ojos de quien tiene hambre y la mano extendida para recibir caridad son parte del lenguaje universal. Sentada en su puesto, hastiada, esperando que algún cliente se acerque con la intención de algo más que admirar las piezas y por amabilidad preguntar el precio de algo que no tiene intención de comprar, la mujer espera. Yo no tuve la intención de acercarme a ella y pedirle que comentara algo para este espacio, en parte porque temía que fuera del tipo de mujer indígena que impide ser tomada en foto o video por temor a perder su alma (aunque debo aclarar que en otra ocasión la vi ahi mismo, junto a su puesto, hablando por teléfono celular, de modo que tal vez ésta conoce y no teme a la tecnología) o por que fuera a demostrar un enojo muy natural y justificable de alguien a quien un turista (que yo no lo era en ese momento, pero no hay gran diferencia) se acerca no tanto para comprar como para tomarle fotos a esa criatura extraña de colores llamativos y que habla la lengua en que sus antepasados arrullaban a sus hijos, porque no puede verla más que como una curiosidad, como los australianos que en alguna época consideraron- oficialmente- a sus aborígenes como parte de la flora y la fauna de ese país. Esta mujer tuvo la dicha y la desgracia de nacer en un país colorido y rico que oficialmente alaba y valora a sus indígenas mientras por debajo de la mesa los denigra y los sigue viendo, si no como flora y fauna, apenas como parte del decorado nacional.
Ella espera que alguien venga y compre.
Con suerte, ese alguien verá en ella una persona, y no material para una tarjeta postal.

20/9/09

19 de septiembre 2009.

El día del aniversario número 24 del terremoto que sacudió a la Ciudad de México dos realidades de los mexicanos quedaron- una vez más- probadas; a saber.

Ese día en particular me encontré bastante en contacto con el sabor autóctono, literalmente, con unos gusanos de maguey que hacía mucho no probaba y que me volvieron a enamorar.

Pero este sabor no solamente se degustó en el paladar, sino también en la piel, en los ojos y en todos los sentidos cuando, atraidos por la curiosidad, mi amada Beatriz y yo acudimos al Zócalo cerca de las 8 de la noche para presenciar el espectáculo de luces y sonido que, días antes durante la ceremonia de El Grito, nos había soprendido igual que a muchos miles más por televisión.
Acierto al decir que a muchos miles más; muchísimos miles más, que no quisieron quedarse con las ganas de solamente decir "lo vi por televisión".

Teniendo en cuenta que esa noche era la última en que se presentaría tal espectáculo, yo- estúpidamente, lo acepto- pensé que habiendo sido ya visto por tantas personas la noche del Grito más otros tantos miles los días 16, 17 y 18, la noche del sábado sería óptima para verlo sin apretujamientos ni mayores problemas; oh iluso de mi.

Desde que el Centro Histórico cuenta ya con vías cerradas a los vehículos automotores no es una buena opción ir allá en coche o siquiera en taxi, asi que abordando nuestro muy democrático metro intentamos- sólo eso, intentamos- llegar a la estación Zócalo; se encontraba cerrada. Esto último debió darnos una señal de la cantidad de público presente. Al salir entonces por la siguiente estación más cercana, Allende, vimos un río de gente diirigiéndose a la plancha del antiguo Corazón del Único Mundo, como lo llamaban los mexicas. Todo iba relativamente bien hasta llegar a la esquina de 5 de mayo y Monte de Piedad; ahi sí ya no se pudo avanzar ni un paso más.

Por todos los flancos había personas y desde nuestra perspectiva sólo alcanzabamos a ver una pequeña fracción de Palacio Nacional, que fungía a modo de pantalla para la proyección, debido al escenario utilizado para las presentaciones especiales de esos días que impedía ver la fachada completa desde nuestra locación. Utilizo mal el "alcanzábamos", porque era yo quien veía una parte del edificio desde ese punto; mi amada Beatriz que es tan bajita, sólo alcanzaba a ver las espaldas y hombros de quienes estaban a nuestro alrededor. Escuchábamos gente diciendo "no vamos a ver nada", "los niños corren riesgo", "mejor vámonos". Nosotros pensamos e hicimos eso mismo. Como pudimos nos abrimos paso entre la gente y llegamos a un punto donde se podía mantener el espacio personal. Pensaba yo "Bueno, la primera función es a las 8 p.m., tal vez al terminar mucha gente se vaya y podremos ver sin problema las dos funciones siguientes. OH ILUSO DE MI, ¿qué musa que inspira a los mexicanos a pensar que todo viene mejor me estaba inspirando en ese momento?. A medida que pasaban los minutos veíamos ríos enteros de gente seguir llegando y llegando y atiborrando las calles aledañas, y cada vez estaba más lejos del Zócalo el punto donde ya no se podía avanzar. Nuestra ilusión de ver tal exhibición se esfumó y sin perder nunca la buena actitud ni esa sonrisa que amo, Beatriz sugirió que mejor nos fueramos. Cómo amo a esa mujer.

Caminando de regreso por 5 de mayo veíamos con incredulidad como seguían llegando centenares de personas. Nosotros nos conformamos con tomar una fotos nocturnas de los alrededores.

Fue una experiencia bastante gratificante sin embargo. Nos alejamos del Centro Histórico con el deseo no alcanzado de ver un espectáculo insólito, pero con el gusto de alguien que ha vivido una experiencia que sólo puede llamarse interesante. Tan interesante como puede ser el comprobar las dos realidades de las que hablé al principio; apenas una semana antes el ahora famoso Josmar intentó secuestrar un avión y dió advertencias a los mexicanos sobre inminentes catástrofes a ocurrir en los días patrios, y tan sólo un día antes un amargado social fue detenido grafitteando la estación del Metro Balderas y al intentarse arrestarlo demostró resistencia echando tiros, que segaron las vidas de un policía y de un heroico civil que intentó detenerlo, y tales eventos, aunque considerados cortinas de humo por muchos, no provcan temor ni detienen al mexicano de asistir a algo que lo saqué de su rutina, y sin tomar en cuenta las molestias y, por desgracia, los riesgos, irán hasta donde tengan con tal de olvidar por un rato los impuestos nuevos, la delincuencia y el comadreo político. La otra realidad es que no se debe dudar ni un segundo del poder de convocatoria de los eventos populares, organizados o no por el gobierno y... ya mejor le paro aqui a este comentario porque la intención de este espacio no es la opinión política sino mi visión de mi país y de mi gente, gente que recuerda las tragdias de hace 24 años y los nefastos eventos de días más recientes pero siempre lo toma todo con humor. Esta forma de cerrar la semana de fiestas patrias es la más clara muestra de como piensa, siente y vive el mexicano y terminaré sólo por decir ¡amo a mi país!.


13/9/09

Desfile "Niños por el Bicentenario".

Los domingos por la mañana uno quisiera olvidarse del mundo entero, tan sólo quedarse nadando entre las cobijas. El domingo 13 de septiembre, sin embargo, a las 8:30 a.m., sentí ganas de salir al mundo, por lo regular tan lejano y ajeno a mi en este día de la semana a estas horas. El motivo era ver un desfile organizado a razón de las fiestas patrias; "Niños por el Bicentenario".

La cita era a las 9:30 a.m., y aunque bien sabía que no empezaría a esa hora decidí acudir temprano a ver tal espectáculo. Fue buena idea, porque Reforma estaba cerrada desde Auditorio y había que caminar hasta el punto que me sería óptimo para presenciarlo. Por el camino me iba encontrando con algunos de los participantes, ataviados como personajes históricos.


Doña Josefa Ortiz de Dominguez.

¡Vaya que fue una caminata larga!, el tramo de metro auditorio hasta Torre Mayor lo he recorrido a pie muchísimas veces y por diversos motivos, pero ahora como frente a las rejas de Chapultepec se encontraban los templetes y gradas de las personas importantes que presenciarían el desfile (al llegar no sabía de quienes se trataba) el paso de los espectadores era desviado por varios puntos. La desviación más amplia llevaba de Reforma a la explanada del Museo Rufino Tamayo, atravesando después Gandhi y siguiendo por un tramo del Bosque hasta Mariano Escobedo, cruzando charcos que se antojaban estanques y prados enlodados. Empezaba a preguntarme si valdría la pena.

Resumiendo, encontré buen lugar, aunque algo encerrado y más me valdría no querer irme temprano o tener la urgencia de usar los servicios, que parecen hacerse más requeridos en los momentos menos propicios. Tras una larga espera, por fin a eso de las 11:oo a.m. comenzó el desfile. Ahi se hicieron presentes diversos carros alégoricos con los actores de la gesta de Independencia.


Siendo éste un desfile formulado principalmente con el público infantil en mente, no faltaron los momentos de humor y ternura, como estas botargas de la Campana de Dolores.


Más tarde se dejaron ver los íconos de la lucha revolucionaria. Recordemos que ese episodio histórico también celebra el año próximo su siglo de conmemoración.



Por todos lados se veían banderas tricolores, portadas por aquellos que nos son más familiares que cualquier otro símbolo en este mundo. Trajes de distintas épocas, representaciones de distintas clases sociales, participaciones históricas personificadas en rostros que podemos llamar nuestros.

Las adelitas, una fugura indiscutiblemente mexicana que fueron tema de una artículo anterior de este espacio.


Los zapatistas o los dorados de Villa


Y las clases acomodadas, a quienes se demandaba igualdad y respeto.


Los muy mexicanos luchadores enmascarados son parte fundamental de nuestra cultura popular, era obligada su presencia.


Al igual que lo era la de los mariachis, interpretando la canción que a varios nos pone la carne de gallina, "Cielito lindo"


Lo principal fue dejado para el final, cuando pasó este camión, portando el pebetero donde arde el Fuego del Bicentenario, que aunque la flama estaba tan pequeña por el aire que soplaba (era un día más bien nublado) me hizo estremecer de emoción.


Terminó el desfile, y buena parte de los espectadores se fueron detrás de los carros alégoricos y otros participantes para llegar a la Glorieta del Ángel, donde cantaría Tatiana; eso sí ya no era muy de mi interés, así que caminé en dirección contraria, de vuelta al metro. Por el camino pasé frente a las gradas VIP de las que había hablado casi al principio del artículo. Descubrí quién era la persona para quien se levantaron.

La primera dama Margarita Zavala.

Me fuí de ahi, contento porque por una mañana de domingo decidí extender mi mundo más allá de la delicia de mis sábanas; los sentimientos que me produce mi país y la alegría y la forma y color con que los mexicanos festejamos también son una delicia. Festejemos 199 años del inicio de la gesta de independencia, que aunque estemos sumidos en la incertidumbre, la corrupción y la irresponsabilidad tenemos la libertad de tomar la decisión de vivir así o de cambiar nuestro panorama. Y QUE VIVA MÉXICO.

Para ver todas las fotos de este evento visiten este enlace.


5/9/09

De etiqueta están los tacos, de carnitas nada menos.

Para carnitas, Quiroga en Michoacán, pero para los que no vivimos allí o en Michoacán siquiera, la calle Ricardo Castro en la colonia Guadalupe Inn, del D.F., tiene una pequeña oferta que no defraudará a los amantes de los tacos de carnitas, o simplemente a los amantes de los tacos; se llama "Taco y Etiqueta".


Más de 25 años en la zona y en el gusto de los vecinos hablan por ellos, ¿y cómo no?, si nomás basta con asomarse a la vitrina, con sus doradas carnitas bajo los focos de alto wattaje que las hacen ver aún más apetitosas; dan ganas de deshacerlas en la boca amalgamadas con una de las exquisitas salsas del lugar- yo recomiendo la verde.



No hay lugar para sentarse, sólo una pequeñísima repisa de metal en la pared exterior, pero al mexicano el taco le sabe mejor parado, ¿no es verdad?

Y con estos tacos de apariencia tan sabrosa, ¿quién no se para?, ante tacos de buen tamaño, con tortillas de comal nada menos, un toque (o un baño) de salsa que no es para nada ácida (algo qu epara mi le baja puntos a cualquier salsa) y sí con mucho sabor.


Ahora que si los tacos no son el fuerte de uno, Doña Mary, que es la encargada de hacer las tortillas, suaves y ricas sabanitas de comal, puede prepararte unas quesadillas, que le quedan excelentes, o una "gringa de carnitas", que aunque es muy engordadora es un placer disfrutar juntas dos cosas que normalmente no combinamos; las carnitas y el queso de las quesadillas. Un gusto divino, una delicia que no deberíamos dejar pasar cuando hay la oportunidad (y para bajar esas calorías podemos irnos caminando de ahi a la no muy lejana avenida Altavista, caminarla de subida hasta el Museo- Estudio Diego Rivera y bajarla de nuevo y ya para entonces de seguro se nos abrió el apetito para otros tacos jejeje).

El lugar está abierto desde temprano y es muy frecuentado por los colonos de la Guadalupe Inn, una zona que por estar tan bien ubicada tiene cerca zonas hermosas como San Ángel, Chimalistac y la antes mencionada avenida Altavista.

No debemos olvidar que el lugar que ocupamos en el mundo entre los países con más gente obesa (según sé ya estamos en primer lugar) nos hace pensar en que la salud es primero. Lugares como éste deben ser para nosotros un premio a otorgarse tras nutrirnos de forma benéfica para el cuerpo; el placer innegable después de alimentarnos bien los demás días. No hay que olvidar la delicia que es la comida saludable, con el sabor de nuestra tierra o de afuera, para así, el día que mejor nos cuadre, vestirnos de etiqueta y acudir a darnos el gusto en lugares como éste, destinados a satisfacer nuestro paladar tan acostumbrado al sabor. !Salud y provecho mexicanos!!.

IMÁGENES DE MÉXICO El vitral "La Bienvenida"

El vitral "La Bienvenida" que precisamente hacía eso, dar la bienvenida, al recibir a los estudiantes del hoy llamado Antiguo Colegio de San Ildefonso cuando era la Escuela Nacional Preparatoria y luego la Prepa 1, uno de los escenarios del movimiento estudiantil de 1968.