Por siglos ha estado ahí Teotihuacan, silenciosa; una doncella celosa de sus más profundos secretos, que no impide descubrirlos pero tampoco lo hace fácil.
No sabemos su nombre verdadero; aquel que sus habitantes usaban durante su esplendor, antes de que los aztecas pasaran por ahí, y maravillados la llamaran como la conocemos ahora.
Aunque sabemos que los mayas, quienes sostenían comercio y otros intercambios con ella, la llamaban Puh, "Lugar de Cañas". También se cree que era no una metrópoli donde florecía una cultura, sino muy probablemente un estado multicultural.
De poco en poco se han encontrado sus riquezas aún ocultas bajo la tierra, junto con elementos que nunca habríamos pensado.
Tales como el hecho de que también efectuaron sacrificios humanos, cuando su caída se encontraba cerca
La piedra no es solamente seca e inanimada cuando nos acercamos tratando de absorber los jugos de su historia
La piedra también tiene colores, sonidos, luz
Su cercanía con mi ciudad me ha llevado a visitarla muchas veces, pero siempre es una cara distinta la que me ofrece.
Parece una amiga que cambia con el paso de los años; se hace más hermosa, más inteligente.
Más misteriosa.
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